Vacaciones de verano, desconectar… o no.
Decir que siempre lo he hecho es una mentira de las gordas.
Fue en agosto de 2021 cuando Amil y Jano decidieron probar a echarse una siesta juntos bajo la viña en un pueblo inventado de Galicia. La fuerza de un precioso atardecer sobre la ría de Muros me los trajo sin querer, y la visión de una casa en un alto, sobre esa misma ría y escondida tras unos eucaliptos, detonó la historia. Los hechos hablan por mí. Pero este año puedo decir que, aunque no todo el verano he desconectado, mis vacaciones en Galicia sí lo he hecho. Familia, amigas, playa, dormir, leer… Lo hice de matrícula de honor, en serio. ¡Se me olvidó hasta la contraseña del PC!
Esto es un logro, no me digas que no.
No me olvidé de #proyectoRyL, no pude, para que voy a decir que sí si es que no. Era imposible, más que nada, porque acabé julio con los deberes hechos y la corrección antes de ceros terminada por completo. Ellas (mis ceros/betas/infinitas) recibieron las dos últimas partes y a lo largo de mis vacaciones me llegaron sus impresiones. Apunté lo que hay que cambiar y las sugerencias en un grupo de guasap que he hecho solo para ellos y no hice nada más. Lo que sí que está meridiano es que proyectoRyL está cerrado, me lo han contado todo, está plasmado.
No hay más.
FIN.
Y confirmo que esas notas en guasap fueron lo único que les dediqué.
Déjame decirte que es un logro, y déjame decirte, también, que no fue del todo voluntad.
A partir del uno de agosto, mi mente creativa se puso en barbecho, ella solita, en automático, como la tierra entre cultivos. Soy una defensora de este método ( "a la fuerza ahorcan", amigui, también te lo digo), y por mucho que me ponga digna, lo defienda o no, mi cabeza no sabe trabajar de otra manera. Si no paro yo, llega el bloqueo escritoril; lo tengo más que comprobado a lo largo de mis nueve años de autora autopublicada.
No me voy a engañar, sé que me quedan por delante meses de trabajo con ellos, correcciones, lecturas finales, maqueta… Esta parte, con un libro de más de 600 páginas, no es tarea fácil, es más, soy muy consciente de que la recta final se convertirá en algo arduo y sé que llegará ese punto en el que esté harta de ellos y me aburra de cada párrafo, pero asumo que no hay otra vía de hacerlo si quiero publicar.
¿Sabes?, cuando estoy en esta fase del libro me pregunto si voy a ser capaz de volver a empezar con otra historia. Me siento tan drenada..., es como si fuera una esponja y me hubieran retorcido entera hasta dejarme del todo seca y desgastada, y me parece imposible recuperarme del aspecto deshilachado para volver al aspecto original, seguimos con el símil de la esponja, ¿vale? Que no se me cae la piel a jirones ni nada de eso.
Pero... ¿cómo ponerme con una historia nueva?
Imposible.
No sé cuánto tiempo estaré así… O quizá sí, por lo que despunta en el horizonte (yo y mis retos, amigui... o mejor dicho, los retos y yo). Aunque, si esto sucede, no sé cómo saldrá ese proyecto ni si llegará a algún sitio.
Verás, te cuento. El otro día, comiendo con Sonia R Salvante (te pongo los apellidos, y si pinchas verás sus libros, para que sepas que la conoces de nuestra comunidad lectoescritora) hablábamos del Nanowrimo (reto de escritura mundial: crear el borrador de una historia de 50.000 palabras en un mes. Si tienes curiosidad, contáctame por privado en Instagram y te cuento) y de lo bien que a ella le había venido, de todo lo que me gusta hacerlo y… sí, amigui, de la necesidad imperiosa que tengo de ponerme con un proyecto cada vez que llega la fecha. Lo sabes, tengo una entrada en el blog al respecto.
El reto… ¡ayyy, el reto!
Lo pensé, pensé muy seriamente que no iba a ser capaz de no hacerlo. Ahora bien, estando en este receso creativo y en pleno lanzamiento de la nueva novela, si todo va como tiene que ir, me pregunto ¿saldrá algo decente? Ya auguro que decente no, pero quizá, si al final entro al trapo, sí que haya un germen del que tirar, un germen de 50.000 palabras con el que en algún momento pueda trabajar.
No obstante… voy a dejar de adelantarme que parece esto el cuento de la lechera.
Centrémonos. Noviembre no ha llegado, y yo ya estoy en barbecho.
¿Sabes lo que hago y gozo en estos periodos? Leo.
Leo a veces de forma compulsiva y otras de forma relajada, me doy cuenta de que a mí lo del término medio me resbala lo más grande.
He empezado muchos libros estos días de asueto, he abandonado algunos y he ido combinando lecturas, las que me han gustado, porque soy tía infiel en la literatura. Hay dos, de los que quiero hablarte, que más opuestos no pueden ser, pero que no puedo guardarme para mí, porque compartir es vivir, así a lo Mister Wonderful.
El primero es «Cuando se trata de ti», de Marisa Sefra. Divertido, con diálogos chispeantes, BL (chico-chico, esto te lo aclaro porque yo no tenía ni idea de que se ponían así, y me enteré cuando escribí «Siesta para Dos»), romántico y con un punto erótico divino. Hacer una incursión en las historias que Marisa escribe es siempre un acierto, te lo digo yo que ya vengo de leer, de forma desordenada, la serie «Crónicas de Aquello», muy recomendable también. Suyos solo me falta «Donde fui feliz». Por lo que me han chivado por el pinganillo, el registro de esta historia tiene tintes más dramáticos y por ello voy a darme un tiempo para empezarlo. No estoy yo para «tristuras», Mari.
El segundo libro que me ha sorprendido y con el que iba totalmente a ciegas es «Todo o nada», de Corelia Lane. Es una distopía futurista con hilo un sexual —que se usa como arma en muchas ocasiones (hay BDSM)—, sobre el que se sostiene la trama, que me ha atrapado de principio a fin. Tiene romance, pero no es lo principal, y sí, también es BL. Y por supuesto que he empezado la segunda parte que tiene un inicio… ¡Guau!
Y ya, ya paro. Después de estas recomendaciones me voy a poner a corregir, que no es que agosto se haya terminado, pero mis vacaciones sí.
Gracias por llegar hasta aquí, si es que alguien lo ha hecho.
Besoides y nos leemos en las redes.
PD: ¿Sabes que puedes ponerme un comentario? Si te apetece decirme algo por aquí, no lo dudes. Te leo.
Pues te comento que me encantan tus reflexiones, pero más que hayas podido desconectar y disfrutar de tus días en Galicia, de que ya queda menos para poder gozar de #proyectoRyL aunque te quede la parte más tediosa (ánimo, amiga) y de lo que parece que despunta en el horizonte, o no 😉. En cualquier caso, es una gozada leerte siempre, en libros, en el blog, en IG, por WhatsApp o donde sea! ❤️ P. D. Yo también he disfrutado muchísimo de Nico y Laza