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Mi nombre es Oriol, tengo 37 años y soy un fanático de la escalada, la comida y el buen vino. Y por esta última pasión me encantaría tener a alguien con quien compartirla. Mis amigos me han acompañado alguna vez a la visita de algunas bodegas, pero al final nos hemos pillado una cogorza sin sentido, y lo que de verdad me gustaría sería disfrutar de la cata.

Hace un par de años hice unos cursos de coaching en la empresa, me ayudaron mucho a conocerme, fue una gran experiencia, y desde entonces soy muy consciente de que tengo miedo a que me quiten la libertad. Mi madre me dijo que no hacía falta que me pasara meses hablando con otro tío, ni siquiera conmigo mismo, del tema compromiso, ella ya lo sabía desde hacía tiempo.

Mi madre es una mujer sabia, es la que siempre ha estado a mí lado, y todavía sigo contando con ella en muchos aspectos de mi vida aunque no en todos ellos le haga caso, pero la tengo en cuenta, y es que por algo es hija de mi abuelo Pere, el ser al que más he admirado y del que aprendí tantas cosas en esta vida.

Mi recuerdo más valioso es con él, una tarde estaba con Pere paseando por el monte, subimos a lo alto de una pequeña colina y nos sentamos a ver el paisaje que era de verdad impresionante. Mi abuelo sacó regaliz rojo de su bolsillo y me dio uno, me encanta el regaliz rojo. Me abrazó, me dijo algo que no recuerdo y nos reímos mucho, tanto que a mi abuelo se le saltaron las lágrimas, cuando dejamos de reírnos me dijo: “No te olvides nunca de quién eres”, a lo película lacrimógena, pero en su momento me pareció tan potente que es algo que trato de seguir a pies juntillas.

Sé que en algún momento alguien llegará a mi vida y la pondrá patas arriba, ahora no es el momento, estoy en otra onda, una más… sexual, pero cuando se de la situación en la que la palabra compromiso sea la protagonista, sé que lo haré sin perder mi libertad, sin olvidarme de quién soy.

Me llamo Elena, Ele para los amigos, tengo 34 años. Me considero una tía independiente, práctica y a la que no se le pone nada por delante. No me asusta la soledad, al revés, considero que la disfruto bastante. Me chifla la literatura romántico erótica y reconozco que podría pasarme horas leyendo, si a esto le añades una velita y una copa de vino ya tengo mi cita perfecta.

Hace casi un año que no tengo pareja, ni rollos, ni ningún escarceo sexual. Y eso que con el último parecía que las cosas podían salir bien, pero cuando le trasladaron fuera de Barcelona la relación se enfrió, y es que no creo en las relaciones a distancia, sobre todo cuando hay una intención muy clara de alejarse de la ciudad.

Trabajo en una multinacional aquí en Barcelona, en el departamento jurídico, y es que todas mis intenciones de ser defensora de las causas perdidas se fueron al garete cuando entendí que tenía que comer y, para qué engañarnos, que tengo un alma aburguesada. Mi empresa me traslada a Berlín, algo que me encanta. Llevo los últimos meses poniéndome al día con la ciudad y con el alemán, que aunque llevo un tiempo haciendo cursos me resulta bastante complicado, tanta declinación y tanta ostia.

Mi padre ya se ha acostumbrado a vivir lejos de mí, y ha asumido perfectamente que me vaya a vivir a otro país, tampoco es que tengamos mucho trato, el justo diría yo. Aunque no tengamos una relación padre e hija ejemplar en mi mente sigo guardando aquellas navidades en el pueblo de mis abuelos cuando nevó tanto, después de la Noche de Reyes, que estuvimos tres días incomunicados. Supongo que para los adultos fue un caos, pero para mis amigos del pueblo y para mí fue una gozada. Mi padre estuvo jugando con nosotros en la nieve a todas horas, con plásticos por la colina de San Miguel, a bolazos en la plaza, haciendo muñecos y rodando por la nieve. Nunca olvidaré la gran tormenta de ese año ni a mi padre siendo el más divertido de los padres.

De todas formas creo que la distancia con él, que sigue en el pueblo viviendo, hace que nuestra interacción sea tan poca, apenas hablamos por teléfono más que una vez al mes, y es que no nos echamos de menos.

En Barcelona voy a dejar a mis amigas, y soy muy consciente que va a ser muy complicado mantener la amistad a los niveles de ahora. Considero que tienes que vivir tu vida según te lo planteas y no dejar hilos que te aten al pasado, o a las ciudades donde ya no estás.

Definitivamente no creo que las relaciones a larga distancia. 

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