top of page

Descarga gratis los primeros 5 capítulos

dre2 .png

sinopsis

Félix sueña con una vida tranquila, sin sobresaltos. Luz sueña con sentir la aprobacion de quien la quiere. Félix cree que es mejor callar. Luz habla por los codos. A veces no se puede ser valiente, porque si tu batalla se lucha en medio de un campo de cobardía tienes las de perder. Una confesión a bocajarro, un giro que no permite volver atrás, un pacto, sexo y una mentira común. Félix y Luz estarán por encima de todo. ¿Serán capaces de verlo? ¿Podrán superar sus miedos para afrontar sus deseos reales? Entra con ellos y disfruta de esta novela romántica, narrada a dos voces, mientras se dibujan sus sueños en la piel.

Screenshot_2020-02-09-20-01-12-063_com.i

Feliz Navidad 

Minirelato de Félix y Luz

Luz está dibujando frente al ventanal de su estudio. Llevamos viviendo en mi ático desde hace unos meses, y el loft, adherido a su «Chispa del Tatoo», lo ha adecuado para trabajar allí a gusto. Tiene sus pinturas sus caballetes y una mesa para diseñar los tatuajes que le piden. Se ha especializado en dibujos que simulan acuarelas, y es una auténtica genio.

No se ha dado cuenta de que estoy allí, y ya contaba con ello. Estoy siendo muy sigiloso, porque quiero sorprenderla. Y es que no es mi estilo, para nada, hacer lo que voy a hacer, pero por ella… joder, por ella me tiraría hasta en paracaídas.

La música suena por toda la estancia, y aunque ella tararea a la tal Alice Wonder a veces subiendo la voz, y dándome a entender que está completamente inmiscuida en lo que está haciendo, no me arriesgo a pasar de la pequeña entrada. Allí me deshago de la ropa, por completo, y me pongo el gorro de Papá Noel.

Hace unos días, después de haber follado como locos sobre la nueva alfombra del salón, mientras le lamía alrededor del ombligo y soplaba de vez en cuando poniendo su vello de punta, le pregunté qué quería para Navidad. Ella se rio, no tengo muy claro si por las cosquillas o por la pregunta. A su respuesta le precedió un silencio que hizo que levantara la cabeza y me arrastrara hasta poner mi cara a la altura de la suya.

—A ti, Vikingo.

—A mí ya me tienes —le dije con voz ronca.

El silencio se llenó de los cascabeles de su risa.

—A veces me cuesta hacerme a la idea.

—¿De que soy solo tuyo y estoy a tu disposición? —Si hay algo que odio es sentirla triste, y me daba la sensación de que estas fiestas no le hacían mucha gracia por algo que ya me resultaba dolorosamente conocido: su familia.

—De eso también.

Busqué su cuello con mis labios y comencé a besarla, despacio, la piel cercana a su oreja.

—Que no te quepa duda, que mientras tú quieras, me tendrás —susurré.

—Entonces es lo que quiero para Navidad: a ti. Así a lo Mariah Carey. Ya sabes.

Empezó a tararear la canción y mi risa sonó a estruendo total en el salón.

—¡No te rías! —Golpeó mi hombro y volví a su cuello, a aspirar su olor, ese que me volvía loco.

—Mi jodida Locura —murmuré en su oído—. Hemos creado una familia, tú y yo. Y siempre que quieras tienes a mi gente, que ya es la tuya, porque creo que les gustas más que yo, para disfrutar de estas fiestas y de todas las que quieras.

No quería que le quedara ni una puta duda al respecto.

—Me abruma, pero en plan… bien, ya sabes. —Entre la emoción y la cohibición, inocente, un poco avergonzada, incluso. Así estaba Luz.

—¿Quieres pasar Nochebuena en casa con mi madre y los gilipollas de mis hermanos? Es un poco caótica, porque se quedan a dormir todos en casa, y no hay mucha paz, pero…

Quería, necesitaba, que sintiera que mi familia, si a ella le apetecía, era la suya.

—También podemos pasarla aquí, solos, desnudos, con la cobertura de los cupcakes en tus pezones de postre.

Conseguí que se riera, que palmeara mi brazo, incluso que me pellizcara.

Nos miramos un minuto o más, en silencio, después de que cesaran las risas de ambos.

 Elevé las cejas varias veces, esperando que contestara.

—Me encantaría pasar Noche buena y Navidad en casa de tu madre. Sentaremos un precedente navideño. —Su sonrisa creció y la emoción de sus ojos me llegó al pecho, provocándome la misma—. Pero me quedaré sin mi regalo, ese que quería pedir a Papá Noel.

—Puedes escribirlo en la carta a los Reyes Magos —sugerí.

—Creo que me vas a dar más morbo con un gorro rojo y en pelotas, que con una corona…

Abrí los ojos sorprendido.

—¿Así que lo dices en serio?

Sus manos se colaron en mi cuello, sus dedos se enredaron en mi pelo suelto, y atrajo mi cara a la suya.

—Completamente en serio. De hecho, voy a escribir mi carta aquí. —Y con sus dedos sobre mi piel, escribió su deseo.

La dejé que terminara, y acto seguido nos besamos, nos deslizamos por las ganas que parecían no menguar y ella se subió sobre mí, desnuda, húmeda, y se frotó hasta que me tuvo de nuevo a punto y con su mano me introdujo en ella.

Y por esa petición, a dos días de Nochebuena, me estoy desnudando en su estudio y poniéndome un gorro de Papá Noel, solo.

Me acerco despacio a ella y me sitúo a su espalda. Paso mis brazos a los lados de los suyos y me pego a ella. Siento cómo bota antes de gritar.

—¡¡Copón!!

Su cabeza se mueve de un lado a otro, supongo que fijándose en que son mis tatuajes los que la rodean.

—Félix, en serio —deja escapar todavía acelerada.

—Ho… Ho… Ho… —susurro en su oído, con voz ronca, y con una incipiente erección que se va poniendo cada vez más a tono porque oler a Luz y a tinta, que es a lo que huele este lugar, me pone todavía más burro.

Se da la vuelta y, sin emitir sonido, sus labios pronuncian un: «Guau» cargado de sorpresa.

—¡Ay, copón, Félix! —Alza la vista y mira mi gorro. No puede ver mucho más porque la tengo apretada contra mí, y en realidad no necesita hacerlo porque me conoce desnudo más que yo mismo.

La siento en la mesa, lleva una falda por la rodilla, y lo que más me gusta es que lleva calcetines largos… Lo que me da acceso directo a sus bragas, algo que no dudo ni un segundo. Mi mano se mete bajo su falda y la acaricia despacio, por encima.

Luz se deleita con mi cuerpo, se muerde el labio con lascivia y gime a la vez que se aprieta contra mi mano y sus pasadas.

—Mi regalo de Navidad —pronuncia entrecortada.

—Todo tuyo —murmuro ronco, notando en mis dedos su humedad.

—Nunca pensé que se cumpliría. —Corcovea y presiono más mis dedos contra la tela mojada, sin perderme su cara, que se va abandonando al placer.

Abre más las piernas, como si todo le pareciera poco, y con mi otra mano, mientras ella se recuesta sobre sus codos sin importarle los papeles de la mesa, retiro las bragas y la toco directamente.

—Joder, Luz… Joder… —Llevo mis dedos empapados a la boca y los sustituyo por los de la otra mano.

Me relamo.

Sus jadeos se vuelven más seguidos y decido que voy a comérmela, pero, en cuanto hago el movimiento de acercarme, ella me para con la mano.

—Sólo tócame, tócame y mírame.

—Mi Locura… joder…

Y no me puede dar más morbo, tanto que siento cómo la primera gota de semen abandona mi polla.

Meto mis dedos en su coño, dos, y la siento erguirse mientras emite un gemido lastimero. Con mi otra mano acaricio su clítoris con suaves pasadas, y comienza a temblar. Mis movimientos constantes empiezan a hacer mas presión; joder verla así va a destrozarme, tengo que tragar la saliva que se acumula en mi boca porque se me hace agua.

—Más, Félix… Más —suplica en un lloriqueo.

—¿Con los dedos? ¿Sigues queriendo mis dedos? —Aumento la velocidad. Creo que me voy a correr sin que me toque nada, joder.

—Fóllame…

Oh… Si no sufro un ictus por el impacto de sus palabras, nada me lo impedirá. Así que cojo mi polla con la mano, me acerco y la penetro, sin dejar de tocarle ese botón que la está alterando tanto.

Dos veces, en dos putas estocadas, se corre y se me lleva con ella. Se aprieta a mí mientras gozo de los últimos movimientos en su interior, apretando mi culo con fuerza y vaciándome del todo.

Nuestras bocas se buscan, frías por los jadeos descontrolados, y nos besamos, lamiéndonos al principio con énfasis y, conforme vamos bajando de la puta nube, ralentizando el beso hasta que se convierte en pequeños picos y pasadas rápidas de las lenguas y mordisquitos tentadores.

—All I want for Christmas… is you… —canturrea, abrazada como un koala, con su boca pegada a mi mentón.

Nos reímos, me aparto un poco y la miro.

—Feliz Navidad, Locura.

bottom of page